El pasado viernes 12 de junio la iglesia
celebró al Corazón de Jesús, una manifestación de vieja data que ha atesorado
una gran cantidad de seguidores, debido a su representación y el sufrimiento
que el mismo Jesús padeció al momento de morir en la cruz por nuestros pecados.
Un corazón sangrante, que emana de su
interior, la bondad, el amor y la dulzura de la entrega total hacia la
humanidad, en obediencia al Padre, y en compañía del Espíritu Santo, para así
dar paso al misterio más grande de la humanidad, como lo es la Trinidad Santa.
Este hermoso misterio, ha dejado atónitos y
sin palabras a muchos, un misterio que ni el más sabio ha podido comprender,
como tres personas distintas conforman un solo Dios y cada uno mantiene su
divinidad, es este un misterio promovido por la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica
y Romana.
Ese corazón traspasado en la cruz hoy día se
manifiesta en cada uno de nosotros, en cada persona que sufre, que llora y que
siente su vida derrumbarse, este corazón, lleva consigo todas nuestras
inquietudes, tristezas y alegrías, todas nuestras penas y esperanzas, todo
nuestro dolor y sanación.
Al igual que el hijo, el sábado 13 celebramos
al Corazón Inmaculado de María, una advocación mariana plagada de dulzura, que
surge con la aparición de la Virgen de Fátima, al manifestar su deseo que el
mundo entero fuese consagrado a su Corazón Inmaculado, desde entonces, nace
esta advocación que rememora esos momentos que relata el Evangelio donde nos
dice que María guardaba todas las cosas en su Corazón.
María es ejemplo de Maternidad, de amor, de
dulzura, de paciencia, es mujer sobre toda mujer, escogida entre todas las
mujeres para ser la madre del Redentor, para ser la Madre de Jesús, la tercera
persona de la Santísima Trinidad.
Los dos corazones que la semana pasada
celebramos, tienen algo en común, han sufrido, y llorado por nuestra culpa y
para nuestra salvación, los dos corazones son ejemplo de infinita virtud, que
emanan bendiciones a granel, abundante Gracia y majestuosidad.
María es digna de Adoración, pero esta va
dedicada solo a la Trinidad Santa, a María solo le rendimos Veneración, somos
obedientes al Primer Mandamiento que nos ordena dar Adoración solo a Dios y
nuestra Madre María la veneramos, valoramos y respetamos por sobre todos los
seres vivos.
Dios y la Virgen nos Bendiga por siempre y nos
colmen de abundante Gracia a todas nuestras familias. Amén!.
Ramón E. Roubier C.
Abogado
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Blog:
abogadoramonroubier.blogspot.com
Twitter:
@AbgRamonRoubier
17/06/2015
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